El cultivo del tabaco se asienta en gran parte en zonas edafológicamente degradadas y poco productivas, de ahí que este cultivo juegue un papel fundamental en el mantenimiento del suelo fértil, evitando la erosión y fundamentalmente manteniendo activa la vida microbiana como base de partida en la preservación del medio ambiente y de la biodiversidad propia de las diferentes zonas del cultivo.